jueves, 25 de julio de 2013

Ciclo de cine distópico: El imaginario político del siglo XX


              El presente  ciclo tiene como objetivo demostrar que los  films escogidos se encuentran en relación crítica con los múltiples imaginarios políticos, por lo cual  se articulan en el contexto de los sucesos propios de la historia del siglo XX, en especial, con aquéllos acontecimientos que integran aspectos negativos para el devenir de la sociedad. El vínculo de estos films distópicos con la sociedad, es la representación de ésta y sus perversiones, extrapoladas en un futuro que no tiene buenas nuevas para la humanidad, identificando las  características negativas inherentes en la sociedad del siglo xx, los asi llamados “nuevos mapas del infierno”.
La distopía, contra-utopías o utopías negativas se utilizan en gran medida  durante el siglo XX, para elaborar obras ensayísticas, novelísticas o cineastas ceñidas a una resolución especifica de un problema histórico concreto. Sin embargo, existe una preponderancia de la producción distópica en la novela, que, generalmente, se expresa a través de un  estilo paródico o sarcástico, en donde narra  los excesos y vicios presentes en la sociedad, estilo que es bien representado en la obra de Aldous Huxley, El mundo feliz (1932), que un autor como  Fredric  Jameson, la ha denominado como el poema épico de la obra distópica.
 “Generalmente se entiende por distopías una obra de anticipación en la que se describe una sociedad opresiva y cerrada sobre sí misma bajo el control de algún tipo de estado, institución o gobierno autoritario.” En este sentido la distopías se contrapone a la utopía: es el lugar malo. [1]
Esta anticipación futurística de la sociedad se enmarca dentro de un cierto clima intelectual reflejado en lo que podríamos llamar un estancamiento  del optimismo histórico y del futurismo en positivo, junto con la denominada “crisis de la idea de progreso”, que puede ser explicado –en un primer momento-, por tres hechos históricos del siglo pasado. Estos tres elementos, que sagazmente detecta Francisco Fernández Buey, son la crisis económica del 29, el triunfo del nacional-socialismo en Alemania en 1932 y la consolidación del estalinismo en la URSS. Este tipo de conceptualizaciones se pueden observar en distintas tradiciones filosóficas del siglo XX,  desde el marxismo (Walter Benjamin y la Escuela de Frankfurt) hasta el posestructuralismo (por poner algunos ejemplos conocidos).
Es en este contexto histórico donde se enmarca la producción de obras distópicas, anticipando un futuro catastrófico nutrido de conflictos sociales que paulatinamente empiezan a tomar forma, hasta definirse como las problemáticas esenciales dentro de los debates políticos del denominado “siglo corto”. Dentro de ellos podemos observar, como un tópico central, el énfasis que se le da a los efectos coercitivos y de control social producto del enfoque que tomo el desarrollo científico-tecnológico (principalmente después del siglo xix). El otro elemento que quisiera recalcar –que además se encuentra muy ligado a lo anterior- es la aparición de los denominados totalitarismos, como un fenómeno histórico y social propio del siglo xx, directamente ligado además al temprano desarrollo de los mass media y la emergencia de la llamada sociedad de masas, en palabras de Hanna Arendt “un experimento para lograr la dominación total de la vida de los hombres” y por otro lado  “un conjunto de individuos aislados y atomizados que tiene su fuerza en el número”. Estos fenómenos son algunos de los  que alberga la distopía, y que se conjugan para la representación   de un horizonte catastrófico para la humanidad.

Evidentemente, el breve panorama que acabo de exponer no busca llegar a ningún tipo de conclusión definitoria en torno a estos grandes debates teóricos del siglo pasado ( ni mucho menos), sin embargo la  intencionalidad de esta muestra es conseguir introducirnos en una reflexión crítica que debería girar en torno  a los nudos, tenciones y fisuras existentes  entre, por un lado,  los procesos políticos concretos junto con las teorías sociales que emergen en el siglo xx y, por otro lado,  como estos distintos fenómenos políticos y teóricos se articulan, formando imaginarios políticos específicos, en un registro estético (genérico) particular: el cine de ciencia ficción de corte distópico; género que además se encuentra signado por el supuesto efecto de extrañación temporal que debería provocarnos este tipo de representaciones de sociedades futuras.







[1] Francisco Fernández Buey, Utopías e Ilusiones naturales, ed. El viejo topo, España,2007, p.217.