Edipo, el mito y el inconsciente
Edipo
Rey es una antigua leyenda griega tebana, de la época del arcaico griego. Fueron Esquilo y Sófocles los que la hacen parte de
sus tragedias. La historia es simple y trágica, y a su vez, conocida por la
mayoría de las culturas del mundo. Tanto así, que el simbolismo universal que se le confiere al
mito de Edipo Rey, ha llevado a éste, por un lado a ser punto de análisis para la antropología
funcionalista, por otro, para la antropología estructural, como también de gran relevancia para el psicoanálisis De
este modo, las pretensiones del presente ensayo será analizar el mito de Edipo
a partir de los elementos que se
disponen, es decir, sin ser la intención proponer ni consolidar la discusión
respecto de la relación entre Edipo, el mito y el inconsciente.
Es
menester referirse a los mitos, entendiendo éstos como una narración breve con
una carga enorme de significados, siendo para G. Roheim, “un documento del inconsciente, que expresa su contenido y su complejo”.
(Bermejo ,1979; 28). Es así, que se presenta al inconsciente como un objeto
universal, que funcionan de una sola forma en todas las culturas, debido
que el significado simbólico de las
mitologías presentes en las diversas culturas, se encuentra inmune a los
sucesos sincrónicos, es decir, afectados por el tiempo; en efecto, la narración
del mito y sus significados no se ven alterados por los sucesos históricos.
El
mito de Edipo Rey, se presenta como el principio de la represión de los
instintos sexuales, los elementos significativos de la trilogía padre-madre-
hijo, dando paso a la exogamia, como el
inicio de la estructuración social, es decir, la represión de los instintos lleva a los
seres humanos a generar una estructura social basada en reglas que el
inconsciente simboliza como tal, generándose el paso de la horda a la sociedad
de la producción: la civilización del trabajo social.
En la misma línea, tomando en consideración la
definición de mito para el estructuralismo, que comprende que “la sustancia del mito no se encuentra en el
estilo, ni en el modo de narración, sino en la historia relatada” (Lévi-Strauss.
1973; 188), debemos considerar que el mito de Edipo - a pesar de según las diversas
traducciones- no varía en sus significados, sino mas bien, se mantienen
presentes. Es Claude Lévi-Strauss en Antropología Estructural quien menciona
la relación entre la lengua y el habla como componentes del mito, definiéndose
el mito por un tercer punto: el sistema temporal que a ambos relaciona; la
lengua como el dominio de un tiempo reversible y el habla como a uno irreversible (Lévi- Strauss, 1973;
189). Los mitos al ser parte del habla
se mantiene inmune a las erosiones lingüísticas que se puedan generar en el transcurso de la
historia, es así que el significado se mantiene inmutable a las traducciones,
debido que es el relato lo que compone su significado simbólico, por tanto,
podemos estudiar el mito de Edipo -u otro- sin el temor de caer en ambigüedades
que nos pueda proponer la propia lengua.
Por
otro lado, para Malinowski “el mito entra
en escena cuando el rito, la ceremonia o una regla social o moral demanda
justificación, garantía de antigüedad, realidad y santidad” (Bermejo, 1979; 25). Entonces, que el mito de Edipo nos muestra -ya en tiempos de
Sófocles- que la relación de parentesco era considerada de forma simbólica como
función para proteger las reglas morales
que consolidan la unidad productiva griega
(Arendt, 1993; 67). En dicha consideración, el significado sexual del mito edípico (la prohibición del
incesto y la tragedia) se hace presente al permitir la develación de las estructuras
que se mantienen expresadas simbólicamente en el inconsciente y que han sido
mantenidas en el tiempo con la finalidad de conservar y justificar la demanda moral de la sociedad
de la producción, a saber: el surgimiento de la familia exogámica y sus
beneficios; la cooperación y la alianza entre diversos grupos o clanes, que han
permitido a los seres humanos dominar espacios más amplios a través de la
alianza del matrimonio exogámico, siendo aún hoy, la prohibición del incesto,
un denominador común para los
ordenamientos jurídicos de la mayor parte de los países del mundo.
A
partir de lo anterior, cabe destacar que el mito tebano se hace presente como
un imperativo moral, como algo naturalizado y normalizado, borrando la pertenencia
que alguna vez los seres humanos tuvieron con la horda primitiva, donde los instintos
sexuales tenían disposiciones diferentes y las relaciones de parentescos
estaban definidas a partir de otras estructuras, ligadas a distintos estadios
de la producción técnico-social; entendiendo la técnica no como superación,
sino como finalidad, debido que no hay una técnica superior a la otra, sino mas bien, ésta busca objetivos y fines diferentes.
En
consecuencia, mediante un simple análisis, el mito de Edipo nos permite
entender el significado de las
estructuras prohibitivas del incesto que se hace manifiesto actualmente en la
sociedad moderna como el principal símbolo del desarrollo de la civilización
occidental. El famoso complejo de Edipo, es parte de lo que alguna vez fue la
represión sexual que se encontraba en las antiguas estructuras de parentesco, estructuras
incestuosas que se mantuvieron en las familias dirigentes como
fue el caso de la realeza, donde el matrimonio entre parientes fue una práctica
constante para mantener el poder unido y perpetuado.
Cabe
considerar, que el mito de Edipo es de vital relevancia para el análisis
social, debido que -actualmente- no sólo es el padre una figura de orden y
autoridad para su hijo, sino también lo es, la sociedad y la hegemonía dominante
que condiciona al hombre moderno en un sistema de orden y obediencia donde los
medios de comunicación poseen mayor autoridad moral que los propios padres;
donde el habla, constituye la primera
forma de transmitir la hegemonía dentro
del lenguaje, que a su vez, es articulado por los medios de información, traspasando
a la opinión pública de los medios de información, el poder de la autoridad que
anterior a la modernidad monopolizó el padre.
No
obstante, intentar realizar especulaciones en base a los postulados del estructuralismo, es llevar a cabo pretensiones
que sobrepasa nuestros modestos objetivos: entablar la relación del mito
edípico con lo que denominaremos como la castración del hombre moderno.
Edipo, el poder y la castración moderna
“Hay
que desterrar al culpable o vengar con su muerte otra muerte, pues la sangre
derramada origina la desgracia de la ciudad.” Creonte.
(Sófocles, 1974; 18)
La
historia de Edipo nos lleva a pensar en la relación que tuvo el tebano con el
destino, el mismo que el Oráculo de Delfos predestinó para él y su padre Layo. Dentro
de esta línea, será el destino - el cual articula la tragedia- uno de tantos elementos
importantes que se pueden encontrar en el mito de Edipo Rey.
Como
primer punto cabe destacar el simbolismo que tiene el Oráculo de Delfos en la
historia, el famoso templo religioso destinado al Dios Apolo, donde concurrían
los griegos a preguntar sobre su suerte y a escuchar los ambiguos presagios. El
Oráculo da el presagio a Layo padre de Edipo: “que el hijo que tuvieran llegaría a ser asesino de su padre y esposo
de su madre” (Humbert, 1982; 167). De
esta manera, queriendo el Rey Layo escapar a su destino anunciado en el templo,
intentó asesinar a su hijo Edipo dejándolo a la suerte de un criado que lo
lleva a las fronteras de Corinto, no obstante, el pequeño Edipo es llevado por
otro siervo, el cual a su vez entrega al
infortunado niño a los reyes de Corinto, dándole éstos adopción al pequeño.
Así
mismo, será el propio Edipo quien al dudar de su origen familiar acude al
Oráculo encontrándose con el anuncio de “no retornar jamás a su país natal, si no
quería ocasionar la muerte de su padre y desposarse con su madre” (Humbert,
1982; 169). En este caso, Edipo será quien pretenda luchar en contra del
destino no volviendo a Corinto. Aun así,
se encuentra en Fócide a cuatro viajeros entre ellos el viejo Rey de Tebas,
Layo, su padre., generándose como resultado paradójico de un altercado, el
asesinato de Layo ejecutado por su hijo Edipo.
Posteriormente,
Edipo se dirige camino a Beocia donde resuelve el enigmático acertijo de la Esfinge
que mantiene en situación catastrófica a la ciudad de Tebas; en consecuencia, una
vez liberado el pueblo del desastre, el héroe
consigue como premio la mano de la hermana de Creonte, Yocasta, su madre,
cerrándose de este modo, el ciclo de presagios donde ambos personajes intentan
escapar del destino intentando superar y cambiar lo que el Oráculo les dispuso.
Sin
embargo, la tragedia de caer en las manos del destino que llevó a Edipo a cometer
incesto, lleva a asumir inconsciente y colectivamente que tal acción es
catastrófica para el cultivo de la vida social tal como actualmente la
conocemos, siendo la prohibición del incesto parte constitutiva del complejo
infantil, que hoy se denomina como complejo de Edipo. De igual modo, el trauma
del nacimiento y de la imposición simbólica de la estructura sexual actual, se
sigue transmitiendo a través de la noción de fatalidad trágica que se presenta
por ejemplo en la obra de Sófocles y en su trilogía dedicada a este tema.
En
consecuencia, dentro del mito de Edipo podemos identificar el simbolismo
negativo, y a su vez articulador de la
estructura actual de parentesco, el de la familia exogámica. Es así, que tal mito se articula a través de
lo más oscuro que pudo haber existido para los griegos de la época: la noción
de destino o ananké,
el cual no podían alterar los dioses
protectores de los griegos,
a pesar de lo trágico que éste fuera.
Por
otro lado, nos referiremos al elemento simbólico de mayor importancia que se da
en este trabajo: la acción de Edipo cuando se aguijonea los ojos con su espada
con la finalidad de quedar ciego, como castigo al darse cuenta de su aberrante
situación, al haber sido protagonista del asesinato de su padre (Layo), y haber
engendrado hijos con su madre (Yocasta).
Podemos
deducir entonces, que el escarmiento no es la castración, sino mas bien, el castigo es el no poder ver, .En este
sentido es que podemos enlazar el mito
con la actualidad, a través de los medios informativos, los cuales suplantarían
a la espada, siendo el poder de la información y la imagen el que enceguece a
los Edipos modernos. Al mismo tiempo, el padre -autoridad de la familia
exogámica- que impone la verdad soberana al núcleo familiar (ámbito privado), es
representado en la modernidad- por
la influencia y poder de los medios de comunicación (ámbito público), por
tanto, es el espectáculo el que configura este castigo tan significativo como pincharse
los ojos con la espada.
De
este modo, si se considera el simbolismo de las armas como elementos de conquista y de poder , es el poder de la espada la que utilizó
Edipo para enceguecerse, como en la actualidad el espectáculo ciega a los
humanos desde su niñez, siendo
articulador de los elementos que imposibilitan la cognición de la totalidad de las relaciones sociales-económicas, la cual
es fragmentada y mediatizada por
imágenes, constituyéndose el espectáculo como “[...]el
heredero de toda la debilidad del proyecto filosófico occidental que fue una
compresión de la actividad dominada por las categorías del ver, de la misma
forma que se funda sobre el despliegue incesante de la racionalidad técnica
precisa que parte de este pensamiento”.( Debord, 1998; 8). Por lo tanto, el
desarrollo de las habilidades cognitivo-lingüísticas, que nos permiten generar
pensamientos abstractos y visión crítica de lo conocido, es mediado por
elementos de simplificación de lo real; la imagen que mediatiza las relaciones
sociales articula lo que los sujetos deben conocer o aceptar como correcto e incorrecto,
“la verdad objetiva”.
Por
consiguiente, el simbolismo del castigo que se auto infiere Edipo (perder
conscientemente la vista) es la castración simbólica que comienza desde
temprano en el mundo moderno. Desde ahí, será el sentido de la visión a través
de la imagen, la autoridad que determinará si la realidad es reflejada correcta
o incorrectamente, debido a que “el espectáculo se presenta como una enorme
positividad indiscutible e inaccesible. No dice más que lo que aparece es
bueno, lo que es bueno aparece”. (Debord, 1998; 5).
Por
tanto, el discurso hegemónico -donde el dominado piensa como el dominador- y la naturalización de la realidad social, son
el resultado de la exposición mediatizada y distorsionada de las condiciones económico-sociales
experimentada desde la temprana edad humana. En conclusión, tal como una vez el
mito de Edipo cumplió la función de reafirmar la represión sexual y la
imposición de la exogamia, es la castración simbólica del Edipo moderno, lo que
actualmente consolida y mantiene la estructura del modelo y su justificación,
reconstruyendo así materialmente la ilusión religiosa, que tiene como resultado
la ceguera que impide conocer la sociedad fundada en la dominación, la
explotación y la acumulación de capital ;es decir, las formas de relaciones
sociales y de producción que imponen y legitiman a través de sus medios
informativos aquellos que manejan la espada del Edipo moderno, la denominada clase dominante.
Ø Arendt,
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Paidós.1993.
Ø Bermejo,
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