Nietzsche y los fascistas * Por Georges Bataille

El judío Judas traicionó a Jesús por una suma de dinero nimia: después de eso, se colgó. La traición de los familiares de Nietzsche no tuvo la consecuencia brutal que tuvo la de Judas, pero resume y termina de volver intolerable el conjunto de traiciones que deforman la enseñanza de Nietzsche

Aysén y los problemas nacionales

Mario Domínguez C. La significativa posición que el conflicto desatado en la región de Aysén ha ido tomando en la escena contemporánea es digna de presentarse como una paradoja de la vida nacional.

Bajo los velos del Neoconservadurismo Farandulero: el rol femenino en el Chile convulsionado

Basta prender el televisor para satisfacer el consumo experiencial de las sociedades occidentales, el juego de roles y el morbo boyerista de describir a un otro lejano siguen siendo los pasatiempos preferidos del turismo de la alteridad. Desde CNN se observa con horror como sociedades musulmanas criminalizan mujeres por atentar contra el orden religioso descrito en el Corán.

Violeta Parra y una Identidad Bicentenaria. Fernando Quilodrán.

Sólo 50 años estuvo entre nosotros Violeta Parra, tal vez el medio siglo más intenso de nuestra historia.

"Pequeña historia de la fotografía". Walter Benjamin.

Excelente texto de Walter Benjamin desde el cual podemos dilucidar no solo una reflexión estética, sino una crítica descarnada del progreso moderno y del desarrollo técnico del las sociedades capitalistas, un motivo para dar cuenta de la tragedia moderna y sus vicisitudes en la vida contemporánea.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Edipo Rey y La Castración del Hombre Moderno. Gustavo V. Paz


                                                                       
                                                Edipo,  el mito y el inconsciente

Edipo Rey es una antigua leyenda griega tebana, de la época del arcaico griego. Fueron  Esquilo y Sófocles los que la hacen parte de sus tragedias. La historia es simple y trágica, y a su vez, conocida por la mayoría de las culturas del mundo. Tanto así, que el  simbolismo universal que se le confiere al mito de Edipo Rey, ha llevado a éste, por un lado  a ser punto de análisis para la antropología funcionalista, por otro, para la antropología estructural, como también  de gran relevancia para el psicoanálisis De este modo, las pretensiones del presente ensayo será analizar el mito de Edipo a partir de los elementos que  se disponen, es decir, sin ser la intención proponer ni consolidar la discusión respecto de la relación entre Edipo, el mito y el inconsciente.
Es menester referirse a los mitos, entendiendo éstos como una narración breve con una carga enorme de significados, siendo para G. Roheim, “un documento del inconsciente, que expresa su contenido y su complejo”. (Bermejo ,1979; 28). Es así, que se presenta al inconsciente como un objeto universal, que funcionan de una sola forma en todas las culturas, debido que  el significado simbólico de las mitologías presentes en las diversas culturas, se encuentra inmune a los sucesos sincrónicos, es decir, afectados por el tiempo; en efecto, la narración del mito y sus significados no se ven alterados por los sucesos históricos. 
El mito de Edipo Rey, se presenta como el principio de la represión de los instintos sexuales, los elementos significativos de la trilogía padre-madre- hijo, dando paso a  la exogamia, como el inicio de la estructuración social, es decir,  la represión de los instintos lleva a los seres humanos a generar una estructura social basada en reglas que el inconsciente simboliza como tal, generándose el paso de la horda a la sociedad de la producción: la civilización del trabajo social[1].
En  la misma línea, tomando en consideración la definición de mito para el estructuralismo, que comprende que “la sustancia del mito no se encuentra en el estilo, ni en el modo de narración, sino en la historia relatada” (Lévi-Strauss. 1973; 188), debemos considerar que el mito de Edipo - a pesar de según las diversas traducciones- no varía en sus significados, sino mas bien, se mantienen presentes. Es Claude Lévi-Strauss  en Antropología Estructural quien menciona la relación entre la lengua y el habla como componentes del mito, definiéndose el mito por un tercer punto: el sistema temporal que a ambos relaciona; la lengua como el dominio de un tiempo reversible y el habla  como a uno irreversible (Lévi- Strauss, 1973; 189). Los mitos al  ser parte del habla se mantiene inmune a las erosiones lingüísticas que se  puedan generar en el transcurso de la historia, es así que el significado se mantiene inmutable a las traducciones, debido que es el relato lo que compone su significado simbólico, por tanto, podemos estudiar el mito de Edipo -u otro- sin el temor de caer en ambigüedades que nos pueda proponer la propia lengua.
Por otro lado, para Malinowski “el mito entra en escena cuando el rito, la ceremonia o una regla social o moral demanda justificación, garantía de antigüedad, realidad y santidad” (Bermejo, 1979; 25). Entonces, que el mito de Edipo nos muestra -ya en tiempos de Sófocles- que la relación de parentesco era considerada de forma simbólica como función  para proteger las reglas morales que consolidan la unidad productiva griega[2] (Arendt, 1993; 67). En dicha consideración, el significado  sexual del mito edípico (la prohibición del incesto y la tragedia) se hace presente al permitir la develación de las estructuras que se mantienen expresadas simbólicamente en el inconsciente y que han sido mantenidas en el tiempo con la finalidad de conservar  y justificar la demanda moral de la sociedad de la producción, a saber: el surgimiento de la familia exogámica y sus beneficios; la cooperación y la alianza entre diversos grupos o clanes, que han permitido a los seres humanos dominar espacios más amplios a través de la alianza del matrimonio exogámico, siendo aún hoy, la prohibición del incesto, un denominador común  para los ordenamientos jurídicos de la mayor parte de los países del mundo.
A partir de lo anterior, cabe destacar que el mito tebano se hace presente como un imperativo moral, como algo naturalizado y normalizado, borrando la pertenencia que alguna vez los seres humanos tuvieron  con la horda primitiva, donde los instintos sexuales tenían disposiciones diferentes y las relaciones de parentescos estaban definidas a partir de otras estructuras, ligadas a distintos estadios de la producción técnico-social; entendiendo la técnica no como superación, sino como finalidad, debido que no hay una técnica superior a la otra,  sino mas bien, ésta busca objetivos y fines diferentes.
En consecuencia, mediante un simple análisis, el mito de Edipo nos permite entender el significado  de las estructuras prohibitivas del incesto que se hace manifiesto actualmente en la sociedad moderna como el principal símbolo del desarrollo de la civilización occidental. El famoso complejo de Edipo, es parte de lo que alguna vez fue la represión sexual que se encontraba en las antiguas estructuras de parentesco, estructuras incestuosas  que  se mantuvieron en las familias dirigentes como fue el caso de la realeza, donde el matrimonio entre parientes fue una práctica constante para mantener el poder unido y perpetuado.
Cabe considerar, que el mito de Edipo es de vital relevancia para el análisis social, debido que -actualmente- no sólo es el padre una figura de orden y autoridad para su hijo, sino también lo es, la sociedad y la hegemonía dominante que condiciona al hombre moderno en un sistema de orden y obediencia donde los medios de comunicación poseen mayor autoridad moral que los propios padres; donde el habla, constituye la primera forma de transmitir  la hegemonía dentro del  lenguaje, que a su vez,  es articulado por los medios de información, traspasando a la opinión pública de los medios de información, el poder de la autoridad que anterior a la modernidad monopolizó el padre.
No obstante, intentar realizar especulaciones en base a los postulados del  estructuralismo, es llevar a cabo pretensiones que sobrepasa nuestros modestos objetivos: entablar la relación del mito edípico con lo que denominaremos como la castración del hombre moderno.


Edipo, el poder y la castración moderna

“Hay que desterrar al culpable o vengar con su muerte otra muerte, pues la sangre derramada origina la desgracia de la ciudad.” Creonte.
 (Sófocles, 1974; 18)

La historia de Edipo nos lleva a pensar en la relación que tuvo el tebano con el destino, el mismo que el Oráculo de Delfos predestinó para él y su padre Layo. Dentro de esta línea, será el destino - el cual articula la tragedia- uno de tantos elementos importantes que se pueden encontrar en el mito de Edipo Rey.
Como primer punto cabe destacar el simbolismo que tiene el Oráculo de Delfos en la historia, el famoso templo religioso destinado al Dios Apolo, donde concurrían los griegos a preguntar sobre su suerte y a escuchar los ambiguos presagios. El Oráculo da el presagio a Layo padre de Edipo: “que el hijo que tuvieran llegaría a ser asesino de su padre y esposo de su madre”  (Humbert, 1982; 167). De esta manera, queriendo el Rey Layo escapar a su destino anunciado en el templo, intentó asesinar a su hijo Edipo dejándolo a la suerte de un criado que lo lleva a las fronteras de Corinto, no obstante, el pequeño Edipo es llevado por otro siervo, el cual  a su vez entrega al infortunado niño a los reyes de Corinto, dándole éstos adopción al pequeño.
Así mismo, será el propio Edipo quien al dudar de su origen familiar acude al Oráculo encontrándose con el anuncio  de  “no retornar jamás a su país natal, si no quería ocasionar la muerte de su padre y desposarse con su madre” (Humbert, 1982; 169). En este caso, Edipo será quien pretenda luchar en contra del destino no volviendo a Corinto.  Aun así, se encuentra en Fócide a cuatro viajeros entre ellos el viejo Rey de Tebas, Layo, su padre., generándose como resultado paradójico de un altercado, el asesinato de Layo ejecutado por su hijo Edipo.
Posteriormente, Edipo se dirige camino a Beocia donde resuelve el enigmático acertijo de la Esfinge que mantiene en situación catastrófica a la ciudad de Tebas; en consecuencia, una vez liberado el pueblo del desastre, el héroe  consigue como premio la mano de la hermana de Creonte, Yocasta, su madre, cerrándose de este modo, el ciclo de presagios donde ambos personajes intentan escapar del destino intentando superar y cambiar lo que el Oráculo les dispuso.
Sin embargo, la tragedia de caer en las manos del destino que llevó a Edipo a cometer incesto, lleva a asumir inconsciente y colectivamente que tal acción es catastrófica para el cultivo de la vida social tal como actualmente la conocemos, siendo la prohibición del incesto parte constitutiva del complejo infantil, que hoy se denomina como complejo de Edipo. De igual modo, el trauma del nacimiento y de la imposición simbólica de la estructura sexual actual, se sigue transmitiendo a través de la noción de fatalidad trágica que se presenta por ejemplo en la obra de Sófocles y en su trilogía dedicada a este tema.
En consecuencia, dentro del mito de Edipo podemos identificar el simbolismo negativo,  y a su vez articulador de la estructura actual de parentesco, el de la familia exogámica.  Es así, que tal mito se articula a través de lo más oscuro que pudo haber existido para los griegos de la época: la noción de  destino  o ananké,  el cual no podían alterar los dioses protectores de los griegos[3], a pesar de lo trágico que éste fuera.
Por otro lado, nos referiremos al elemento simbólico de mayor importancia que se da en este trabajo: la acción de Edipo cuando se aguijonea los ojos con su espada con la finalidad de quedar ciego, como castigo al darse cuenta de su aberrante situación, al haber sido protagonista del asesinato de su padre (Layo), y haber engendrado hijos con su madre (Yocasta).
Podemos deducir entonces, que el escarmiento no es la castración, sino mas bien,  el castigo es el no poder ver, .En este sentido  es que podemos enlazar el mito con la actualidad, a través de los medios informativos, los cuales suplantarían a la espada, siendo el poder de la información y la imagen el que enceguece a los Edipos modernos. Al mismo tiempo, el padre -autoridad de la familia exogámica- que impone la verdad soberana al núcleo familiar (ámbito privado), es representado  en la modernidad- por la influencia y poder de los medios de comunicación (ámbito público), por tanto, es el espectáculo el que configura este castigo tan significativo como pincharse los ojos con la espada.
De este modo, si se considera el simbolismo de las armas  como elementos de conquista  y de poder , es el poder de la espada la que utilizó Edipo para enceguecerse, como en la actualidad el espectáculo ciega a los humanos desde su niñez,  siendo articulador de los elementos que imposibilitan la cognición de  la totalidad  de las relaciones sociales-económicas, la cual es fragmentada y  mediatizada por imágenes, constituyéndose el espectáculo como  “[...]el heredero de toda la debilidad del proyecto filosófico occidental que fue una compresión de la actividad dominada por las categorías del ver, de la misma forma que se funda sobre el despliegue incesante de la racionalidad técnica precisa que parte de este pensamiento”.( Debord, 1998; 8). Por lo tanto, el desarrollo de las habilidades cognitivo-lingüísticas, que nos permiten generar pensamientos abstractos y visión crítica de lo conocido, es mediado por elementos de simplificación de lo real; la imagen que mediatiza las relaciones sociales articula lo que los sujetos deben conocer o aceptar como correcto e incorrecto, “la verdad objetiva”.
Por consiguiente, el simbolismo del castigo que se auto infiere Edipo (perder conscientemente la vista) es la castración simbólica que comienza desde temprano en el mundo moderno. Desde ahí, será el sentido de la visión a través de la imagen, la autoridad que determinará si la realidad es reflejada correcta o incorrectamente, debido  a que “el espectáculo se presenta como una enorme positividad indiscutible e inaccesible. No dice más que lo que aparece es bueno, lo que es bueno aparece”. (Debord, 1998; 5).
Por tanto, el discurso hegemónico -donde el dominado piensa como el dominador- y  la naturalización de la realidad social, son el resultado de la exposición mediatizada y distorsionada de las condiciones económico-sociales experimentada desde la temprana edad humana. En conclusión, tal como una vez el mito de Edipo cumplió la función de reafirmar la represión sexual y la imposición de la exogamia, es la castración simbólica del Edipo moderno, lo que actualmente consolida y mantiene la estructura del modelo y su justificación, reconstruyendo así materialmente la ilusión religiosa, que tiene como resultado la ceguera que impide conocer la  sociedad fundada en la dominación, la explotación y la acumulación de capital ;es decir, las formas de relaciones sociales y de producción que imponen y legitiman a través de sus medios informativos aquellos que manejan la espada  del Edipo moderno, la denominada clase dominante.

Bibliografía

Ø Arendt, H. La condición humana. Barcelona; Paidós.1993.

Ø Bermejo, j. Introducción a la sociología del mito griego. Madrid; Akal, 1979.

Ø Debord, G. La sociedad del espectáculo. Maldeojo; 1998. Disponible en http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/Societe.pdf

Ø Homero. Odisea. Barcelona; Gredos.2006.

Ø Humbert. J.  Mitología Griega y Romana. Barcelona; Gustavo Gili.1982

Ø Lévi Strauss, C. Antropología Estructural. Barcelona; Paidós, 1987.

Ø Sófocles. Edipo, Rey. Santiago de Chile; Orbe.1974.

Ø Zizek, S. Ideología un mapa de la cuestión. Buenos Aires; Fondo de Cultura Económica. 2008.



[1]  Podemos entender esta nueva estructura de lo sexual también con un mito de la actualidad, el famoso mito del sexo real. Es Slavoj Zizek el que hace un certero análisis con respecto al sexo virtual tomando como ejemplo la pornografía. Exponiendo la tesis de Lacan de que “no existen las relaciones sexuales”. Debido que el cuerpo real sería un elemento de nuestras proyecciones fantasmática. Tal como afirma Zizek al referirse al sexo virtual que “no es una distorsión monstruosa del sexo real, simplemente vuelve manifiesta la estructura  fantasmática que le subyace”. (Zizek, 2008; 8). Por consiguiente, lo que en vista es inmoral para algunos dentro de la sociedad, para otros se hace manifiesto y es natural dentro de la práctica sexual.
[2] Las relaciones de parentesco en la antigua Grecia era de importancia debido que la unidad productiva griega estaba compuesta por la  familia bajo el desarrollo de una  economía esclavista – la familia como el área privada fundamental para el impulso del hombre libre de la Polis, considerando la ciudad como el área pública destinada a los hombres libres. Ver Hannah Arendt, La Condición Humana. Capitulo; La esfera pública la esfera privada.
[3] Cabe destacar el caso de Odiseo, el Cíclope y Poseidón en la Odisea, canto IX, cómo los dioses a favor de Odiseo -la diosa Atenea entre ellos-no pueden intervenir en el destino trágico de Ulises, los dioses griegos no son omnipotentes como lo es el Dios judío-cristiano. (Homero, 2006; 149).

lunes, 3 de septiembre de 2012

Reunión Organización Viaje al 7mo Congreso de Sociología Pucón.