viernes, 24 de febrero de 2012

Bajo los velos del Neoconservadurismo Farandulero: el rol femenino en el Chile convulsionado


     Basta prender el televisor para satisfacer el consumo experiencial de las sociedades occidentales, el juego de roles y el morbo boyerista de describir a un otro lejano siguen siendo los pasatiempos preferidos del turismo de la alteridad.
     Desde CNN se observa con horror como sociedades musulmanas criminalizan mujeres por atentar contra el orden religioso descrito en el Corán. Mujeres que habrían osado quitar sus velos, que se dieron una segunda oportunidad para amar o que osaron quebrar la imagen subordinada del genero al poder patriarcal. Mujeres orientales que son observadas por la civilización capitalista para construir desde su negación "la imagen femenina liberada". En ello el enfrentamiento simbólico-cultural ha servido a paises como el nuestro para delimitar el quehacer femenino desde casos mediaticos muy bien conocidos por todos. Sobre esto último la farandula criolla ha dado buenos frutos, desde este espacio mediatico se ha servido a la defensa de la familia heterosexual tradicional y al rol femenino como ente unificador de la sociedad chilena (catolicismo fundamentalista). Este juego se ha venido construyendo desde la mitificación pinochetista de las mujeres, es cuestión de revisar los discursos del General Pinochet para ver el lugar que ocupa el genero en este, según él fueron miles de mujeres las que golpearon su puerta para exigir el pronunciamiento militar, entregaron sus joyas y ofrecieron sus hijos para ir al ataque del virus marxista.

     Las mujeres de Chile fueron el recurso de legitimización (construir concenso) para la dictadura, la imagen de la mujer patriota capaz de defender los valores de la familia, del estado y la propiedad privada; ellas amamantaran sus hijos escuchando los huasos quincheros y les contaran con emoción hasta donde llegaban las filas para comprar 1/2 kilo de pan. El rol femenino construido paternalistamente por la dictadura militar se sigue explotando hoy, la farandula criolla presenta y explota elementos negativos (libertinas, frivolas y egoistas) para el consumo femenino, productos de feminidad que bajo una lectura neoconservadora representan el repudio de Chile y llevan la criminalización de cualquier intento de liberación radical femenina. En este sentido, el caso de Maria Eugenia Larraín da cuenta de un producto explotado y consumido por la mayoria de los chilenos y chilenas, en especial por mujeres que depositan ella, toda su defensa valorica a la familia y la moral femenina del buen comportamiento. Se ponen en duda sus relatos por no tener hijos o no haber construido una familia estable (como Dios manda) y lo que es peor por la cantidad (se hacen catastros) de hombres con los que habría copulado, por ello cuando se problemátizan las razones del quebre con el numero 1 de Chile, Ivan Zamorano representa la veracidad de los hechos ante la opinión pública ; su condición de hombre de poder, semejante a los Hazif (hombre musulman que conoce y sigue el Corán) orientales, lo posicionan como un hombre que lleva una vida en concordancia con la volutad divina. Estas similitudes parecen desiguales a simple vista, pero no debemos olvidar que la configuración cultural de las sociedades parecieran estar arraigadas en elementos simbólicos que a manera cotidiana se asumen por aceptación general del grupo social, donde los relatos discursivos (conversaciones cruzadas) o imagenes (que siempre son editadas) dan cierta naturalización de las acciones y el juicio a estas. El caso modelico de Kenita posee una carga simbolica tremenda: el juicio publico de esta mujer posee ciertas similitudes al caso de Doaa Aswad Dekhil, quien se convierte al Islam para contraer matrionio con un musulmán, al ser descubierta de su deshonra (no haber nacido dentro de las vondades del Corán) es apedreada hasta morir, en forma de suplicio público; es un pueblo completo el que apedrea a un mujer de 17 años a través del murmullo del bien común.
 
     En Chile, Kenita es insultada desde todos los canales de televisión y desde la mayoria de los hogares, los que bajo el supuesto "ella se los busco" (ventilación comercializada de su vida privada), nos daría a todos los chilenos la potestad de referirnos a su ultima conquista o bien su último quebre. El producto mujer-apedreable, es comercializada y explotada, bajo un paradigma de valores conservadores (familia, derecho individual y propiedad privada), el que ha servido para criminalizar a miles de mujeres chilenas, ya sea desde sus parejas o para generar auto-conflictos. Después de todo cualquier referencia femenina fuera del orden social neoconservador despierta sospecha, más sobre todo si no aprende la lección. La liberación femenina en Chile, solo estaría sujeta al consumo, mujeres eligiendo entre liquidaciones de zapatos o carreras universitarias más acordes a su rol social: el velo que cubre la farandula criolla, es mucho más preocupante que la vida de Kenita y sus relaciones temporales, el producto que se consume en la mayoria de los hogares chilenos es la negatividad de una mujer que lleva su vida en coherencia a mandato divino. No debemos olvidar, el incremento explosivo de feminicidios a nivel nacional o el incremento de las denuncias por violencia intra-familiar; los que claramente son la respuesta social a las contradicciones que se viven en terminos cotidianos y en lo discursivo. El apedreo constante ante mujeres que saltan el orden: paradigma patriarcal, emancipación económico, sexual, politica, etc. claramente deja en los hogares de chile abierto el debate, el que en muchos casos no ha tenido buen desenlace.
     La memoria es frágil en este país, el derecho a recordar es una labor fundamental de las profesoras de Historia, en especial de los derechos históricos femeninos, derechos que hemos ganado con grandes movilizaciones sociales a lo largo la Historia nacional y universal, esperemos que la liberación radical siga siendo el motor de las nuevas generaciones; el apedreeo a mujeres cualquiera sea su cultura y su proyecto individual debe ser una acción repudiada sobre todo entre nosotras, la solidaridad de genero es el primer paso para nuestra segunda emancipación.
Tenemos derecho a ser y hacer!!

Carolina Maturana Ibañez.
Estudiante Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales.
Universidad de Valparaíso.