domingo, 22 de enero de 2012

Los estudiantes, Lenin y Brets-Litovsk

por Elias Mella, estudiante de Sociología UV.


     1.- Clausewitz, la guerra y la politica: El 16 de noviembre de 1831 muere de Colera Carl von Clausewitz, un año más tarde, en 1832, su viuda publica los manuscritos inacabados del militar agrupados bajo el titulo “De la guerra” desde donde surge su frase más conocida: “La guerra es la continuación de la política por otros medios”. Esta frase no implica igualar los horrores de la guerra al accionar político, sino que más bien entiende la guerra como un actuar especifico que implica llevar a cabo una postura determinada orientada hacia un fin deseado, es decir, es una manera de realizar un proyecto histórico-concreto.

     Si tomamos esta frase y la invertimos de forma de que la “política es una forma de guerra por otros medios” podemos observar que la política se entiende como un campo de batalla en donde se enfrentan con legitimo derecho un conjunto de posturas e ideas convergentes pero lo que nos interesa aquí es otro aspecto: la política al ser un enfrentamiento también puede ser analizada bajo interpretaciones pertenecientes al mundo de la estrategia militar.


     2.- Brest-Litovsk y la paz para URSS: El 3 de marzo de 1918 Rusia firma la paz de Brest-Litovsk con Alemania y el imperio Austro-Húngaro; las condiciones de este tratado para con el país oriental era extremadamente duras y fácilmente la paz de Brest-Litovsk se puede interpretar como una derrota para la nación Rusa, por ejemplo el artículo 3 de dicho tratado contemplaba que: “Rusia renuncia a cualquier reclamación sobre los territorios al oeste de la línea de influencia trazada previamente. El futuro status de dichos territorios será determinado por Alemania y Austria-Hungría”. Bajo estas condiciones ¿cómo se explica que Rusia haya firmado un tratado de tales características?

     La entrada del Imperio ruso en la Primera Guerra Mundial significó el incremento de las penurias económicas que sufrían sus habitantes, quienes en su mayoría vivían en situación de completa pobreza; las derrotas militares y la creciente incompetencia del régimen zarista exacerbaron el descontento de las masas rusas contra sus gobernantes. Lo anterior sumado a otros factores (imposibles de sintetizar aquí) es la antesala de la revolución Bolchevique de finales de 1917.

     Al momento de negociar la paz se pusieron en la balanza un conjunto de posturas políticas en torno a la decisión: La postura más extremista, guiada solo por un componente moralista, liderada por Bujarin planteaba que ante las condiciones impuestas por Alemania era impensable que Rusia cediera ante tales dictámenes, cuestión por la cual había que continuar con la guerra de hecho Brest-Litovsk constituía “un verdadero diktat, al amputarle a Rusia un cuarto de su población y suelo cultivable”[1], postura que en un primer momento se impuso “como es sabido, se había firmado un armisticio con Alemania el 15 de diciembre de 1917. Pero como del lado soviético las condiciones alemanas se consideraban exageradas, las condiciones de paz se fueron desmoronando”[2]. Es así como durante un tiempo Rusia se vio expuesta al avance y ocupación del ejército Alemán en sus territorios, de hecho:“Lenin impuso su punto de vista solo cuando la situación militar se recrudeció y las nuevas condiciones impuestas por Alemania (y aceptadas por los soviéticos en el tratado que firmaron el 3 de marzo de 1918) fueron aun más humillantes”[3]. ¿Cuál es la interpretación política del tratado de paz?


     Rusia al encontrarse entre una revolución que debía ser consolidada y un conflicto internacional que le estaba infringiendo grandes daños se veia en la necesidad de zanjar la paz con Alemania, ya que como escribe Lenin: “Cualquiera que sea la tregua, por inconsistente, breve, dura y humillante que sea la paz, es mejor que la guerra, ya que permite respirar a las masas populares”[4], así rebate a la postura que sostenía que “una paz durísima representa en toda circunstancia un abismo de perdición y de que la guerra es la senda del heroísmo y la salvación (…) Lenin evocara la necesidad para los revolucionarios de saber asegurarse una retirada”[5], la necesidad política de tal repliegue consistía en capitalizar los procesos y los logros que la revolución bolchevique había llevado a Rusia y no arriesgarlos ante el todo o nada de seguir con una guerra (que se puede interpretar como una guerra con incipientes estados capitalistas) que bajo ese contexto no tenía sentido: arriesgar la derrota mayor de Rusia con Alemania y Austria-Hungría era exponer a la revolución rusa al capitalismo. “El capitalismo de estado constituye precisamente esa línea de retirada. Por consiguiente, no saber retirarse en orden cuando se ha pretendido, demasiado deprisa, llevar una “ofensiva económica” y pasar inmediatamente a las formas socialistas de organización del trabajo es exponer la revolución a la muerte”.


     Si analizamos esta situación de manera metafórica bajo la fórmula del general Krasnov utilizada por Gramsci observamos que el paso desde una guerra de maniobra o movimiento (el enfrentamiento directo de un ejército contra las huestes enemigas) a una guerra de trinchera, la cual implica que “los ejércitos podían acumular en poco espacio y tiempo interminables de municiones”[6], era necesario ya que “En Oriente, el Estado lo era todo, la sociedad civil era primaria y gelatinosa; en Occidente, en cambio había una correlación eficaz entre Estado y la sociedad civil (…) El Estado era solo una trinchera avanzada, detrás de la cual se encontraba una robusta cadena de fortalezas y fortines”[7]. Bajo este marco ¿era pertinente el todo o nada, era pertinente continuar una guerra sin afianzar posiciones a la interna y arriesgarlo todo?


     3.- Brest – Litovsk y los estudiantes: Si se analiza a simple vista saltan los paralelos entre la decisión de paz de Brest-Litovsk y el repliegue visto en los últimos días en torno al movimiento estudiantil. Primero se debe partir de la afirmación –bastante básica por lo demás- de que este movimiento por la educación, como cualquier movimiento social, es eminentemente político y, por lo tanto, su análisis (como en el caso anterior) es susceptible de ser comparado con el tratado de paz de 1918 al menos en su forma: ¿Acaso el repliegue mismo del movimiento no implica al igual que en Brest-Litovsk no implica un momento de respiro de todos los actores sociales? Continuar ciegamente bajo análisis de tipo moralista y unilateral conducirá únicamente exponer al movimiento (a la revolución en el caso de Lenin) a una muerte inminente y sin sentido. Más que interpretar el repliegue como una derrota se debe interpretar como una nueva fase del movimiento, que permitirá renovar, fortalecer y capitalizar los avances de 6 meses de lucha y, lo más importante, abrir nuevos campos de batalla en los meses y el tiempo venidero.


[1] SALEM, JEAN. “Lenin y la revolución“ (2010). Barcelona: editorial Peninsula., pp. 48
[2] SALEM, JEAN. “Lenin y la revolución”. Ibíd., pp. 49
[3] SALEM, JEAN., Ídem.
[4] SALEM, JEAN. “Lenin y la revolución”. Ibíd., pp. 50
[5] SALEM, JEAN. “Lenin y la revolución”. Ibíd., pp. 51.
[6] GRAMSCI ANTONIO. “Antología”., Buenos Aires: siglo XXI editores., pp.
[7] GRAMSCI Antonio. “Antología”. Ibid.,. pp.