lunes, 9 de abril de 2012

Antonio Gramsci. Introducción al estudio de la filosofía. ¿Qué es el hombre?.


Antonio Gramsci
(Cuaderno 11 (XVIII) 1932-1933.)

Introducción al estudio de la filosofía.
¿Qué es el hombre?

Esta es la pregunta primera y principal de la filosofía. Cómo se puede responder. La definición se puede hallar en el hombre mismo; o sea en cada hombre aislado. ¿Pero es justa? En cada hombre aislado se puede encontrar qué es cada "hombre aislado". Pero a nosotros no nos interesa lo que es cada hombre aislado, que además significa qué es cada hombre aislado en cada momento aislado. Si lo pensamos bien, vemos que planteándonos la pregunta de qué es el hombre queremos decir: en qué puede 1 dominar su propio destino, puede "hacerse", puede crearse una vida. Decimos pues que el hombre es un proceso y precisamente es el proceso de sus actos. Si lo pensamos bien, la misma pregunta: ¿qué es el hombre? no es una pregunta abstracta, u "objetiva". Nace de lo que hemos reflexionado sobre nosotros mismos y sobre los otros y queremos saber, en relación a lo que hemos reflexionado y visto, qué somos o qué podemos llegar a ser, si realmente y dentro de cuáles límites somos "constmctores de nosotros mismos", de nuestra vida, de nuestro destino. Y esto queremos saberlo "hoy", en las condiciones dadas hoy, de la vida "actual" y no de cualquier vida y de cualquier hombre. La pregunta ha nacido, recibe su contenido de especiales, o sea determinados modos de considerar la vida y el hombre: el más importan te de estos modos es la "religión" y una determinada religión, el catolicismo. En realidad, preguntándonos: "qué es el hombre", qué importancia tiene su voluntad y su actividad concreta en el crearse a sí mismo y la vida que vive, queremos decir: "¿es el catolicismo una concepción exacta del hombre y de la vida? Siendo católicos, o sea haciendo del catolicismo una norma de vida jnos equivocamos o estamos en lo cierto?" Todos tienen la vaga intuición de que haciendo del catolicismo una norma de vida se equivocan, tanto es así que nadie se atiene al catolicismo como norma de vida, aun declarándose católico. Un católico integral, o sea que aplicase en cada acto de la vida las normas católicas, parecería un monstruo, lo cual es, pensándolo bien, la crítica más rigurosa del catolicismo mismo y la más perentoria. Los católicos dirán que ninguna otra concepción es seguida puntualmente, y tienen razón, pero esto solamente demuestra que no existe de hecho, históricamente, un modo de concebir y actuar igual para todos los hombres y nada más; no tienen ninguna razón favorable al catolicismo, si bien este modo de pensar y actuar desde hace siglos está organizado para este fin, lo que aún no ha sucedido para ninguna otra religión con los mismos medios, con el mismo espíritu de sistema, con la misma continuidad y centralización. Desde el punto de vista "filosófico" lo que no satisface en el catolicismo es el hecho de que éste, a pesar de todo, pone la causa del mal en el hombre individuo mismo, o sea concibe al hombre como individuo bien definido y limitado. Todas las filosofías que hasta ahora han existido puede decirse que reproducen esta posición del catolicismo, o sea que conciben al hombre como individuo limitado a su individualidad y el espíritu como tal individualidad. Es sobre este punto que hay que reformar el concepto del hombre. Esto es, hay que concebir al hombre como una serie de relaciones activas (un proceso) en el que si bien la individualidad tiene la máxima importancia, no es sin embargo el único elemento a considerar. La humanidad que se refleja en cada individualidad está compuesta de diversos elementos: 1] el individuo; 2] los otros hombres; 3] la naturaleza. Pero el 2°. y el 3er. Elementos no son tan simples como pueden parecer. El individuo no entra en relaciones con los otros hombres por yuxtaposición, sino orgánicamente, o sea en cuanto entra a formar parte de organismos desde los más simples hasta los más complejos. Así, el hombre no entra en relación con la naturaleza simplemente, por el hecho de ser él mismo naturaleza, sino activamente, por medio del trabajo y de la técnica. Más aún. Estas relaciones no son mecánicas. Son activas y conscientes, o sea que corresponden a un grado mayor o menor de inteligencia que de ellas tiene el hombre individual. Por eso puede decirse que cada cual se cambia a sí mismo, se modifica, en la medida en que cambia y modifica todo el conjunto de relaciones de las que él es el centro de conjunción. En este sentido el filósofo real es y no puede no ser distinto del político. o sea el hombre activo que modifica el ambiente, entendiendo por ambiente el conjunto de relaciones de las que cada individuo I entra a formar parte. Si la propia individualidad es el conjunto de estas relaciones, hacerse una personalidad significa adquirir conciencia de tales relaciones, modificar la propia personalidad significa modificar el conjunto de estas relaciones. Pero estas relaciones, como ya se dijo, no son simples. Para empezar, algunas de ellas son necesarias, otras voluntarias. Además, tener de ellas una conciencia más o menos profunda (o sea conocer más o menos el modo en que se pueden modificar) ya las modifica. Las mismas relaciones necesarias, en cuanto que son conocidas en su necesidad, cambian de aspecto y de importancia. El conocimiento es poder, en este sentido. Pero el problema es complejo también en otro aspecto: que no hasta conocer el conjunto de relaciones en cuanto existen en un momento dado como un sistema dado, sino que importa conocerlas genéticamente, en su movimiento de formación, porque cada individuo no sólo es la síntesis de las relaciones existentes sino también de la historia de estas relaciones, o sea es el resumen de todo el pasado. Se dirá que lo que cada individuo puede cambiar es bien poco, en relación con sus fuerzas. Lo cual es verdad hasta cierto punto. Porque el individuo puede asociarse con todos aquellos que quieren el mismo cambio y, si este cambio es racional, el individuo puede multiplicarse por un número imponente de veces y obtener un cambio mucho más radical que el que a primera vista puede parecer posible.

Sociedades en las que un individuo puede participar: son muy numerosas, más de lo que puede parecer. Es a través de estas "sociedades" que el individuo forma parte del género humano. También son múltiples los modos en los que el individuo entra en relación con la naturaleza, porque por técnica debe entenderse no sólo aquel conjunto de nociones científicas aplicadas industrialmente, como de costumbre se entiende, sino también los instrumentos "mentales", el conocimiento filosófico.

Que el hombre no puede concebirse sino viviendo en sociedad es un lugar común, sin embargo no se extraen todas las consecuencias necesarias incluso individuales: que una determinada sociedad humana presupone una determinada sociedad de las cosas y que la sociedad humana es posible sólo en cuanto que existe una determinada sociedad de las cosas, es también un lugar común. Es verdad que hasta ahora a estos organismos más que individuales se les ha dado un significado mecanicista y determinista (tanto la societas hominum como la societas rerum): de ahí a reacción. Hay que elaborar una doctrina en la que todas estas relaciones sean activas y estén en movimiento, estableciendo muy claramente que la sede de estas actividades es la conciencia del hombre individual que conoce, quiere, admira, crea, en cuanto que ya conoce, quiere, admira, crea, etcétera, y se concibe no aislado sino rico en posibilidades que le ofrecen los otros hombres y la sociedad de las cosas, de la que no puede no tener cierto conocimiento. (Así como todo hombre es filósofo, todo hombre es científico, etcétera.)